INTERIORIZARNOS

by Enric Canet

 

Julio Cortazar escribía en su enigmático cuento breve La Casa Tomada: “Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.”

Vicent Van Gogh después de pintar su famoso cuadro ¨La Habitación de Arlés” explicaba en una carta a su hermano Theo: “Esta vez se trata simplemente de mi dormitorio, por lo tanto, solamente el color debe hacerlo todo… sugerir reposo o sueño en general. En fin, la visión del cuadro debe hacer descansar la cabeza, o más bien, la imaginación… la cuadratura de los muebles debe expresar el descanso inmóvil.”

En la película de Woody Allen Interiores (1978) los espacios interiores son el reflejo de los sentimientos, las emociones y los pensamientos de sus personajes.

De hecho, el interior de la casa en la película, con sus tonos fríos y pálidos en las paredes, la austeridad y el perfeccionismo sin estridencias en la decoración, y una iluminación de claro oscuros, reflejan a la perfección la personalidad de su propietaria.

Son ejemplos de cómo los espacios donde habitamos atesoran nuestros recuerdos, explican nuestro estilo de vida, muestran nuestros avatares emocionales y, a veces, pueden ser nuestra tabla de salvación.

No solo lo dicen artistas que admiramos, también comparten esta visión desde el mundo académico.

La prestigiosa arquitecta, Clare Cooper Marcus, afirmaba en su libro House as a mirror of self que “a través de la vivienda tiene lugar la satisfacción de numerosas aspiraciones, motivaciones y valores personales, manifestándose, este lugar y sus contenidos, como un espejo del yo”.

Mientras, en Environmental Psychology Principles and Practice, el psicólogo Robert Gifford decía que «el hogar es un refugio que nos rodea con privacidad, seguridad y protección frente a las adversidades de la vida”.

En realidad, ya sabíamos de la importancia de nuestro hogar, siempre lo supimos, pero también, como siempre, tenia que ocurrir alguna fatalidad para que nos diéramos cuenta del valor de lo verdaderamente importante.

Y también para darnos cuenta de otro hecho trascendental en nuestras vidas: lo inhóspito que puede llegar a ser el exterior.

En este sentido, hay dos elementos que son y serán claves para seguir enriqueciendo y personalizando nuestro hogar.

Por un lado, la estética de la globalización, porque todo posee una estética, que es cada vez más homogénea y uniformadora.

Un ejemplo de ello es cómo se van perdiendo tiendas, espacios ligados a la historia y a la estética de las ciudades, y se van sustituyendo por grandes marcas que están en todas las ciudades hasta que desaparecen las diferencias entre unas y otras.

Llegará un día en que nos confundiremos de ciudad, tiempo al tiempo.

Por otro lado, la tecnología, pantallas, móviles y todo tipo de dispositivos tienen la misma fría, técnica y funcional morfología, despersonalizando calles, plazas, espacios y personas.

Aun así, no deja de sorprender cómo intentamos individualizar estos dispositivos para que sean una extensión más de nuestra identidad, con fundas de nuestros colores preferidos, con nuestras fotos familiares, o con tonos, sonidos y canciones que nos son propios.

Ahora que oímos con tanta frecuencia que nuestra sociedad tiende a la medievalización, no nos quedara mas remedio que subir a la torre más alta de nuestro castillo y gritar a los cuatro vientos, o mejor si queremos que nos oigan, gritar bien fuerte en Twitter, Facebook, Instagram o LinkedIn que somos y siempre seremos ÚNICOS E IRREPETIBLES.